ENSAYOS


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Podríamos arrancar hablando de empatía y de conceptos y sentimientos construidos históricamente, podemos hablar, repensar y debatir. Porque Lucio ya no puede hacerlo.
Y en él vemos la punta del iceberg, lo grosero y profundamente doloroso. Pero hacia abajo hay mucho más.

Esas historias que duelen y que reflejan lo que no estamos pudiendo hacer. ¿Cuántos niños y niñas pedirán ayuda a miradas vacías? ¿A cuántos profesionales nos gritarán sus necesidades sin obtener ninguna respuesta? Ellxs tienen las soluciones y acá estamos nosotrxs, los adultos, sin saber escuchar y ver. Los niños y las niñas siempre lo dicen o, dolorosamente, lo dijeron.
Sin recetas mágicas la solución es integral.

El aparato mediático apunta su radar a un niño cuando la historia tiene las particularidades de lo que le hicieron a Lucio.
Hoy no sonríe más, quizás nunca lo hizo. Y atrás de esa historia estuvimos todxs, como trabajadorxs, como familiares, como vecinxs, como sociedad.
Dan ganas de parar, de seguir con más fuerzas, de gritar y de llorar de angustia y bronca.

Ojalá que tu mirada cale muy hondo, al punto de recordarte antes de conciliar cualquier sueño. Ojalá nos sacudas muy fuerte. Ojalá ya estés en un lugar donde puedas jugar y, sobretodo, ser feliz.
Y en los innumerables ojalá deseo que tu historia no quede en varias páginas de diarios y seas bandera para construir la patria que siempre soñamos. Donde ustedes, los niños y las niñas, sean realmente los más privilegiados de nuestra sociedad. Y que el atrevimiento de quien le dá forma a estas líneas se materialice en un atrevimiento masivo de una sociedad organizada.
Ojalá podamos.