ENSAYOS


Si no hay un encuentro genuino no pasa nada. No pasan las planificaciones, las reuniones, las intervenciones, las nuevas leyes, los abordajes, ni tampoco las buenas intenciones. Sin presencia no hay encuentro, no hay onda, no hay nada genuino. Todo es pura abstracción. Ideas que no pueden nada, porque se piensan en la nada, se piensan para nada o sea ideas paja.

Estar, estar ahí, estar para que pase algo, encontrarse, tiene que ser la base común para pensar nuestras prácticas. Sin encuentro no hay pensamiento, o si lo hay, pero no es genuino. Nadie se salva solo, nadie piensa solo. Nadie piensa nada potente si no hay encuentro.

El encuentro es presencia y es la memoria de ese encuentro; es compartir y es también lo que queda latiendo; es una preocupación que nos llevamos y también es la alegría que siempre está. Es la anécdota y la historia. Es un mundo nuevo de posibilidades. El encuentro es potencia, debilidad, certeza, desconcierto y la posibilidad de resetear viejas ideas. El encuentro no termina, se extiende, se nutre, siempre encuentra excusas para seguir sucediendo. El encuentro es pura potencia, es un momento único, es lo que sucede, es lo que pasa para que empiece a pasar algo.

Por Diego Ginestra