ENSAYOS


Atención: El siguiente texto está cargado de un enorme contenido de spoiler. Por lo que, si todavía no viste la última película de Thor no sólo recomendamos que lo hagas con urgencia, sino que fundamentalmente guardes esta reflexión para cuando la mires.

La última película del Universo Marvel (Thor: Amor y Trueno) se estrenó el último 7 de julio en nuestra región y relata las aventuras de Thor por intentar detener a Gorr y su amenaza de matar a todos los dioses.


Thor Odinson es un superhéroe basado en la mitología nórdica, es el dios del trueno de Asgar y tiene la capacidad tanto de volar como de manipular el clima entre sus otros atributos. Luego de vencer a Thanos, el dios asgardiano se retira del campo de batalla, y de la tierra, en búsqueda de un nuevo horizonte junto con los Guardianes de la Galaxia. Este descanso es abruptamente interrumpido por la amenaza de Gorr, el Carnicero de los Dioses. Este supervillano, después de la muerte de su hija Love y de ser ignoradas sus súplicas de ayuda por su dios, se desilusiona de los dioses en general. Pudiendo convertirse en ateo o agnóstico, como haría cualquiera, opta por vengarse y se propone matar a todos los dioses.




Cuando Thor recibe llamadas de auxilio frente a los actos de este amenazante sujeto, quien está cazando dioses de planeta en planeta con un éxito sorprendente, abandona sus aventuras por la Galaxia y parte a detenerlo. Un poco porque es un superhéroe, otro poco (imagino) porque es un Dios y muchas opciones más que defenderse no tiene. Gorr se presenta en Nuevo Asgard con el objetivo de matar a sus dioses, si bien no lo logra secuestra a varias niñas y niños asgardianos. Y aquí comienza un derrotero de situaciones que no pueden menos que obligarnos a repensarnos y a permitirnos entender que las limitaciones del mundo adulto tienen su superación en los pibes y las pibas.

Thor reúne a un pequeño equipo y comprende que necesitará ayuda para poder rescatar a
quienes están secuestrados y secuestradas. Por ello, viajan advertir a los otros dioses de la
amenaza en la que no solo están las chicas y chicos asgaridanos sino, principalmente, ellos
como dioses. El dios olímpico Zeus se rehúsa a ayudar y ningún otro dios se propone para el desafío urgente. Sin otra alternativa, se van al enfrentamiento. Una vez allí, rescatan a los
pibes y las pibas que agarran lo primero que encuentran y cada uno de esos objetos se
transforma en su arma más poderosa con la que luchan incansablemente hasta derrotar al
enemigo, que hasta hacia minutos los había secuestrado y aterrorizado.




Esta trayectoria nos señala la enorme fortaleza de los pibes y las pibas para enfrentarse a las dificultades. Mientras los dioses y superhéroes no encuentren la forma de rescatarlas, serán las pibas, serán los pibes quienes se contengan, se organicen y se banquen. No conocieron la posibilidad de bajar los brazos a pesar del miedo y la amenaza. Confiaron todo el tiempo que los buenos ganaban. Se hablaron entre ellas, se permitieron unirse. Esta fuerza construida en el encuentro que generaron fue puesta a disposición de la batalla que había que dar en cuanto Thor llegó sin la ayuda de un solo dios.



Fueron a buscar a los dioses y no se la bancaron. Habrá sido la comodidad de saber que son quienes mandan o posiblemente el miedo de no serlo más. Zeus se negó rotundamente, pero ninguno dijo lo contrario. Mientras tanto las pibas se organizaron, se fortalecieron. No tenían poderes, los consiguieron. No dudaron, la pelearon. ¿Será que los dioses tienen mucho que perder o será que los pibes saben todo lo que tienen por ganar?

Es el mundo adulto el que tiene miedo, el que está acostumbrado o incluso cree que lo está
conduciendo de la mejor forma posible y transformandolo de la forma más rápida que existe.
El mundo adulto se aseguró de que hay cosas que no pueden cambiar. Los pibes no lo
entienden, las pibas quieren cambiarlo todo. No hubo un solo dios que quisiera acompañar y no hubo una sola piba que pensara en arrugar.

Terminamos la película con una superheroína niña. Tiene todos los poderes que sabía exponer
Thor, dentro de su cuerpo. Es una superheroína y no deja de ser niña. Tiene la seguridad de
que puede proteger a otros. Tiene la frescura de hacerlo con alegría. Thor se permitió nutrirse
de ella, se permitió transformase.



Si nos queremos animar a que todo cambie, animémonos a que los pibes protagonicen la
historia.