ENSAYOS



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Sin encuentro no hay pedagogía, sin presencia no hay encuentro, ni posibilidad. Sin encuentro no pasa nada. Nada crece, nada se transforma, nada puede alcanzar la máxima potencia, nada brota. Podemos pensar una pedagogía del encuentro, esta pedagogía cero policial y vinculada a la libertad, como una pedagogía que busca alcanzar la máxima potencia. No que busca encauzar, sujetar, dotar de herramientas que nadie necesita, ni pidió. No busca lo que siempre se busca y no obtiene nada o peor aun, obtiene eso que ya no dice nada, que ya no puede nada. ¿Cuál es la máxima potencia? Bien no lo sabemos – ¿Cómo saberlo? – lo vamos descubriendo, intuyendo, pispiando. Nos damos el tiempo, tenemos paciencia, respetamos los tiempos del encuentro, erramos, compartimos el aire, el agua, el sol. 


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El encuentro va forjando las formas de acompañamiento que permitirán el crecimiento, la explosión y la maduración. Vamos construyendo una especie de arte del tiempo y la paciencia, del cultivo de los procesos invisibles, desconocidos, potentes. La pedagogía del encuentro intenta evitar el forzamiento que desvirtúa la esencia de las cosas y ser una especie de auxiliar a lo que viene solo para que alcance esa máxima potencia, esa potencia que transforma todo. El encuentro no se da en un tiempo determinado, casi que ni sabemos cuándo puede pasar. Lo intuimos, lo trabajamos artesanalmente, estamos atentos, pendientes al momento en que se de. Estamos predispuestas. Tenemos, queremos, entrenamos una predisposición al encuentro. La predisposición es una tarea constante, es entender el momento, ese tiempo por fuera del tiempo organizado, un tiempo no apurado diría María Elena Walsh, una bocanada de aire que se da y se recibe.

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Entender el momento habla de una voluntad de construcción, de unas ganas bárbaras de que pase algo, habla de respeto, amor y paciencia. También habla de lo que no sabemos, de lo que apenas intuimos, de todo lo que nos falta entender de las pibas y pibes. Entender el momento nos pone en un lugar, en ese lugar donde podemos encontrarnos. Entender el momento nos permite el encuentro, encontrarnos nos permite desandar todo lo malo, todo lo que nos hace mal, todo lo que puede ser peor. Armar una afinidad, una complicidad, una amistad, una nueva forma de trama social, otra manera de hacer cosas, todo eso puede un encuentro.

Por Diego Ginestra