ENSAYOS




Un terrible sueño; me sorprendió; cuánto hay de reprimido, casi voluntariamente, casi por obligación, por imposición…. Era 18 de febrero, de este año, seguramente… No había sol, ya no había sol; una multitud caminaba desorientada, desorbitada por Avenida de Mayo, sentido a  Plaza de Mayo…. Portaban algunos banderas Argentinas, pero de otro color, no sé, no recuerdo bien. Encabezaban la columna, única, principal, como marcha marcial, un grupo de jueces, fiscales y políticos de conocida trayectoria, o bien, tenía la sensación en el sueño de saber quiénes eran… Las personas encolumnadas gritaban ¡JUSTICIA! ¡JUSTICIA! ¡JUSTICIA!… Giraba el cielo, el grito… Frenético y desesperanzado…

Desperté, mi mujer estaba a mi lado, mis hijos dormían… Respire, suspire, miré la cuna, volví a colocarme en horizontal, igualito que los muertos, boca arriba, con la esperanza de perder ese sueño, de seguir con otro… Pero no… Ahora soy pequeño, frágil como mis hermanos, como en el setenta y pico, el barrio de calles de tierra… Un compañero en el timbre, una noticia… No sé… Siempre en casa… Mi viejo regresa, mi mamá sonríe… Los vecinos son de un gremio… Los ferroviarios… Se reconocen entre sí, en el barrio… Me despierto, camino hacia el baño; el chorro de orina rompe sobre los restos de las mismas aguas de mis hijos, en el fondo espuman como las de un caballo, tiro la cadena… Son las tres.

Me acuesto, pienso que tal vez dormir boca arriba provoca el sueño… No sé, puede ser una estupidez… Vuelvo al sueño, no al barrio, a la Avenida de Mayo, veo el café de los compañeros sobre la Avenida… De nuevo los gritos de ¡JUSTICIA!…  Pero, de golpe, como un infarto… Silencio… Absoluto, como antes de romper la ola, del trueno, los manifestantes se reconocen en las miradas, desde la retaguardia de la columna hacia la vanguardia… Y justo, justo antes  de colmar la columna, de colmar la vanguardia… Los encolumnados comienzan a dirigir sus gritos y miradas de justicia hacia quienes encabezaban la marcha, jueces, fiscales… Cada vez más fuerte, cada vez… Con más violencia… Asustaba… ¡JUSTICIA! ¡JUSTICIA! ¡USTEDES SON LOS RESPONSABLES, LOS CULPABLES!.

Desperté, eran las cuatro… Probé boca abajo, abracé mi almohada, mire hacia la cuna, hacia el lado de la vida, de la madre… Me dormí.


Por Segismundo Fuenteovejuna.